martes, 14 de diciembre de 2010

MIZQ 1. VII. "La izquierda que la izquierda necesita" Cabrera, Teresa


Es una araña que temblaba fija
en un filo de piedra;
el abdomen a un lado
y al otro la cabeza.
Con tantos pies la pobre,
y aún no puede resolverse
La Araña - Vallejo

Sobre elecciones 2010 en Lima

La progresiva decantación de los polos que definían el espectro político nos llevó hasta la oposición entre progreso e izquierda. Como la izquierda no se propuso construir un polo equivalente, la derecha ha podido continuar hablando desde un interés general a salvaguardar. El discurso sobre la izquierda moderna como administrador responsable (del progreso que habría logrado la derecha) es un enunciado mediante el cual se acepta el tutelaje del poder (de la derecha) sobre la izquierda. El resto es floro.

Tengo la impresión de que si Kouri no salía de carrera, el papel de FS pudo haber sido el de ganar en pluralidad en el espectro político. Quizá en un escenario así, las decisiones del comando de campaña habrían estado más equilibradas por los intereses de las izquierdas (uno de ellos: llegar como fuerza dialogante al 2011) antes que por la salvaguarda de bolsones electorales. Una vez vislumbrada la posibilidad de una victoria, no hubo señales claras de cuál era el objetivo de la Confluencia, además de resistir la guerra sucia, ser telegénicos y ganar, lo que está bien, pero no tiene que ver esencialmente con ser la representación de izquierda que va a gobernar la ciudad.

A pesar de esto, avanzamos en al menos dos cosas: Uno, la izquierda y lo que haga es tema de interés para la opinión pública y no (sólo) tema de un taller esotérico de cultura política. A pesar de la mezquindad e ignorancia con que se les presenta en los medios, las noticias sobre la izquierda no se producen en el VRAE, en un lejano bloqueo de carreteras, en un paro magisterial o en una movi de acuerdistas, sino en las elecciones, en Lima y en torno al gobierno municipal. Dos, confluir en torno a intereses definidos no es imposible para la izquierda. En una alianza pragmática, pero con la cobertura de un programa, la social-democracia puede moderar sus recelos con su izquierda, mientras que Patria Roja y Tierra y Libertad, enfrentados en Cajamarca, pueden hacer dialogar a sus aparatos en Lima y tragarse el sapo. Una tercera cosa, que quisiera contar como avance -aunque sé que me engaño- es que después de la guerra sucia contra SV no debiera quedar duda que la mayor parte de las cosas que se suponen del nacionalismo son tan absurdas como una Susana Villarán filosenderista evasora de impuestos que vive un romance con un cura antiminero y que repartirá joints a nuestros hijos.

Sobre la izquierda moderna

En mi experiencia, que es la de los colectivos de izquierda post Fujimori, los parteaguas eran: la violencia armada como continuación de la política o como liquidación de la política; la adscripción al marxismo-leninismo o su denuncia como pensamiento estéril, el señalamiento del caudillismo y del economicismo o la complicidad con ellos por la vía electoral; la discusión sobre si la forma “partido” era un instrumento político viable en un momento que se leía como el advenimiento de los “movimientos sociales” o la era de los intereses políticos “irrepresentables”. Esas eran entonces y creo que hoy siguen siendo pistas para apostar por la renovación de la izquierda, que es una idea que tiene menos de diálogo generacional y más de proyecto colectivo.

Antes que la reclusión de lo arcaico y la definición de lo moderno -que tal como ha sido planteado ahora, no es sino una manzana envenenada- lo que importa es establecer cuál es la agenda común para una izquierda que tiene al frente a una derecha ultramontana. Si pensamos que se trata de la defensa de las libertades políticas, la reforma del Estado, la agenda de derechos humanos y las reparaciones, salud y educación gratuita y de calidad, la anticorrupción, la redistribución, la descentralización, las regalías mineras y el Estado laico, hemos despertado muertos.

Eso no es ser de izquierda, aunque sin duda alguna es parte de un piso común que la izquierda debe apostar por construir y a partir del cual plantearse la construcción de un amplio campo progresista.

Sobre el pliego :P

Hacia adelante, el desafío no puede ser “ser opción de gobierno” o “construir las bases de la unidad”. Esos no son desafíos, son tareas, del mismo modo en que “ser un buen profesional” no es un reto sino una obligación. Entonces, según lo veo yo, el desafío principal debe ser proporcional a la limitación principal. Por esto, creo que las izquierdas deben proponerse la construcción de un enemigo político, un enemigo que colocar en la cabeza de la gente. Para eso, deben definir cuál será su agenda. De las ideas que se me ocurren, lanzo las “maximalistas”:

1. La Constitución del 93, súmmum del programa neoliberal. Si la izquierda se declara anti-neoliberal, ya sabe qué tiene que hacer. Encontrarán varios enemigos, incluso entre quienes creían que eran sus amigos.

2. La concentración de la tierra es acumulación de poder, control territorial y asimetría para pactar con la fuerza de trabajo y la autoridad local. Si la izquierda es moderna, debe proponerse contrarrestar este movimiento de contra reforma de la estructura de propiedad de la tierra, que es anti moderno con tecnología de punta. Tendrán enemigos para escoger.

3. El discurso de la pacificación nacional (“si eres rojo y no estás preso o bien muerto, eres remanente, pro terruco o caviar”) sigue atenazando nuestra iniciativa política. Las izquierdas deben organizar una memoria alternativa del conflicto y dejar de pensar que el informe de la CVR es “su” memoria. Se ganarán más enemigos de uniforme y sotana y quizá se pierdan algunos amigos progresistas.

4. La matriz extractivista de nuestra economía pone en juego la sostenibilidad ambiental y al ser excluyente de otros estilos de desarrollo y generar “superávit de expectativas”, ha dado lugar a un largo ciclo de conflictividad, protesta social y represión. A la vez, la renta extractiva es vista como factor de redistribución. Las izquierdas, principalmente las que aspiran a participar en algún nivel de gobierno, deben proponerse construir este debate y tener voluntad hegemónica de cara al país.

Por lo demás, creo que los socialistas debemos plantearnos como desafío volver a lo básico, que está bastante a la mano: la denuncia de la neo oligarquía, de su patrón de acumulación y el combate a su moral; la re lectura del mundo del trabajo y las salidas para la organización sindical; la contra-información. Debemos plantearnos también el reto de la organización popular sin acudir al rollo de “la sociedad civil”, por la simple vía de acercarle a la gente herramientas para funcionar colectivamente. Para ser optimista, apuesto por una definición de “moderno” que pueda ir de la mano con la causa de los oprimidos. Uno, porque uno de los ideales constitutivos de nuestra identidad es que es posible transformar nuestras relaciones en el mundo en función de la justicia social. Dos -siguiendo el ideario del Colectivo Amauta- porque los oprimidos son portadores del mayor potencial de negatividad en relación al orden vigente. Personalmente, siento que nos urge re centrar a partir de ahí nuestra ubicación y nuestra actividad.

Último: para el 2011, la cosa es muy simple. El principal desafío de la izquierda es cómo hace para sumar-en o no-bloquear-a una opción de gobierno que genere un corte a la continuidad neoliberal.

Teresa Cabrera
Investigadora del Centro de Estudios y Promoción del Desarrollo- DESCO. Izquierdista sin partido. te.cabrera@gmail.com


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