martes, 14 de diciembre de 2010

MIZQ 1. INTRO "Pensar la izquierda" - Ballón, Eduardo

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Los resultados de las elecciones subnacionales, no sólo los de Lima por cierto, aunque son éstos los que alimentan los mayores comentarios, han despertado distintos debates. Atrás de ellos, razones, entusiasmos y pasiones se confunden con los argumentos, como siempre ocurre en la vida. He leído con atención los distintos artículos que componen esta entrega; todos y cada uno de ellos son motivadores para pensar y envidiar por las enormes ganas que transmiten. Me gustan, sin excepción, por su afán crítico y polémico, por su tono. Sería injusto comentarlos porque tengo la ventaja enorme de haberlos leído antes de escribir estas líneas; pero por sobretodo, hacerlo sería desconocer el mérito que tienen al abrir varias discusiones indispensables. Algunas de las cuales, en honor a la verdad, nunca se terminaron de hacer, lo que quiere decir que son antiguas.

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¿Qué cambió el 3 de octubre en el país? En principio, hay que decir que, salvo el caso de Susana Villarán y Fuerza Social, que estuvo marcado por la incertidumbre hasta el final, prácticamente todos los demás resultados eran previsibles. Las encuestas los habían anunciado con dos semanas de anticipación en 15 regiones, incluyendo todas aquellas en las que ganaron los nombrados como “radicales” por algunos, reivindicados como izquierdistas por otros. En las restantes, quienes navegan por Internet o tienen amigos locales lo sabían bien, la película tampoco aparecía confusa.

Los partidos “nacionales”, una vez más fueron vapuleados; apenas ganaron en Cusco, Tacna y La Libertad, yendo al repechaje en otras tres regiones. Claro, asumiendo que las alianzas vencedoras en Arequipa y Piura no representan al Partido Nacionalista, así éste participara de las mismas sin ser el accionista principal. Las agrupaciones regionales obtuvieron más regiones que en el 2006 y por lo menos en 15 de ellas, los vencedores consiguieron en la primera vuelta un porcentaje de votos más altos que el de los ganadores en el proceso anterior.

Existen distintos indicios que permiten sostener que en varios departamentos del interior del país están surgiendo “clases políticas” locales a partir de muchas de esas agrupaciones, que tienen ya un camino recorrido, cierta institucionalidad, liderazgos claros y una propuesta regional. Seguramente, el mejor ejemplo es Nueva Amazonía en San Martín. Pero, ojo, todas ellas son bastante pragmáticas y han integrado a sus filas a gentes de todos los colores. Incluso las denominadas “radicales”. Así la lista de Afirmación Social en Cajamarca llevaba en sus filas a un ex aprista y a un migrante de Perú Posible; Guillén estaba acompañado por un antiguo peruposibilista reciclado a nacionalista y un ex populista e incluso Vladimiro Cerrón reclutó a alguien que fuera de Adelante, la criatura del hijo de Belaunde. Más o menos lo mismo que ocurre con los partidos nacionales.

En sentido estricto, mirando esos y otros datos similares, tengo la impresión que la gente simplemente eligió autoridades regionales y municipales; no votó a favor o en contra del modelo económico, ni optó entre izquierdistas y derechistas. También, es cierto, expresó sus distintos “malestares” con el orden de las cosas y optó por los candidatos que conocía y valoraba mejor. Sin embargo, se evidenció un “cambio de temperatura” en el electorado. Votaron sin temor por distintos aspirantes anatomizados por su pasado o su presente izquierdista, sin hacer caso a las diversas y groseras campañas de demolición emprendidas contra ellos. Así, en Lima, eligieron comiéndose el supuesto sapo de Patria Roja; en varios lugares del interior no se hicieron problemas ni con ese sapo ni con el que también suponía nacionalismo. No es poca cosa, pero tampoco da, me parece, para creer que estamos ante la posibilidad de un cambio radical de las cosas.

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Si las cosas son así, sin desconocer ninguno de los méritos de las distintas agrupaciones vencedoras en el país, no sólo los de Fuerza Social y Susana Villarán, que son muchos y sería mezquino desconocerlo, cabe preguntarse que es lo que ha despertado tantos y tan variados entusiasmos, lo que sin duda es bueno. Creo que son varios factores, muchos de ellos positivos, pero también algunos preocupantes.

Entre los primeros, destaca claramente la incorporación de una nueva generación a la política. Fuerza Social y el caso de Lima lo expresan más claramente. Rostros nuevos, otras formas y estilos que los más “antiguos” no entendemos muchas veces porque nos afectan, lenguajes menos ideologizados y maneras distintas. Con ellos, nuevos intelectuales, con un perfil más tecnocrático y testimonial. Pero también, aceptémolos, viejos políticos y líderes reciclados, que en el caso de Lima construyeron una alianza electoral exitosa, pero también difícil e incómoda, como ocurre siempre cuando se quiere construir una casa entre varios. Ello, además de una candidata que supo “empatar” con la búsqueda de representantes distintos del electorado y aprovechó muy bien las distintas circunstancias de la campaña, enarbolando un discurso incluyente y poco confrontacional.

Pero además de esos factores positivos, existen otros que son preocupantes. El primero de ellos es abril del 2011. Me explico. Las elecciones, como tantas veces antes en nuestra historia, porque la mía es parte de la izquierda “tradicional” por muy crítico que haya sido siempre, se convierten en el acelerador de nuestras razones. La posibilidad de acceder a algunos espacios de gobierno, alentada por los buenos resultados, nos lleva a creer que estamos en un “momento histórico” y frente a una “gran oportunidad electoral”, una vez más, porque no es la primera. Se impone entonces nuestra voluntad y leemos la realidad más desde nuestras expectativas que desde la realidad misma.

El segundo factor preocupante es la mirada “limeña” que mantenemos del país. Entonces, a partir del importante resultado limeño, convertimos en nuestros o de nuestros parientes más cercanos, los éxitos de otros que en los últimos años han tenido sus propias historias y recorridos. ¿O se puede acaso sostener que la victoria de Atkins se explica por el nacionalismo, la de Santos por Patria Roja y la de Cerrón por antiguos izquierdistas? Definitivamente creo que no, lo que no quiere decir que esas agrupaciones no hayan cumplido papel alguno en tales victorias.

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La agenda hoy día se centra en el terreno electoral. Si el apoyo a Ollanta, a Toledo o una lista propia; si todos juntos o en dos bloques; si no es mejor sólo una lista parlamentaria de los izquierdistas con representantes de las regiones. Como ocurre frecuentemente en estas circunstancias, nos olvidamos de la realidad, pero también de la existencia de intereses concretos. Perdonen que sea tan pedestre, pero a veces es bueno serlo. Quienes tienen registro electoral quieren legítimamente mantenerlo; los que no lo tienen, también legítimamente buscan un paraguas. Los que se sienten más fuertes tienen sus condiciones, los que se saben más débiles, intentan negociarlas. Ojo, que esos son parte de los intereses de las organizaciones, pero también están los de los individuos…

Por supuesto que hay otra agenda, que es sustantiva y que no se aborda. Es la referida a lo que creemos y estamos dispuestos a hacer para construir un país distinto. ¿Acabaremos con la Constitución de 1993 que es la síntesis farragosa del programa neoliberal? ¿Cambiaremos la matriz extractivista de nuestra economía, que a todas luces es excluyente, abusiva, ambientalmente insostenible y generadora de grandes conflictos sociales? ¿Enfrentaremos el proceso de concentración de tierras y poder que está liquidando el agro peruano? ¿Responderemos a la autonomía que empiezan a demandar crecientemente las regiones? ¿Reestructuraremos el Estado peruano para que responda a las necesidades de la gente, antes que a las del capital y la gran inversión? ¿Construiremos un aparato de justicia distinto?

La respuesta a esas y otras interrogantes es la que nos permitirá pensarnos y definirnos como izquierda. Lo moderno creo que sería tener las respuestas claras, convencer a la gente de ellas y avanzar en construir la unidad y ser opción de gobierno, entendidas como tareas y no como desafíos, como dice bien otro de los textos. Lo tradicional, entendiendo por tal lo que viene ocurriendo desde mucho tiempo atrás, es quedarnos en la primera agenda y postergar la segunda para después

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Que la política debe renovarse y recuperarse, no cabe duda. Que ese proceso empieza a moverse, tampoco; pero es evidente que no se resuelve en las elecciones del 2011. Quienes han ganado en las elecciones tienen la obligación de hacer un buen gobierno y de empezar a construir una presencia nacional. Esa es la principal expectativa hasta hoy de quienes los elegimos. Las elecciones de abril, sin duda son importantes. Se trata de cohesionar lo logrado y de hacer avanzar el cambio de temperatura que se observó en octubre. Ello supone crecer en presencia y representación y hacia esa dirección debieran orientarse los esfuerzos electorales que tienen que apuntar claramente a cortar la continuidad neoliberal.

Eduardo Ballón
Es antropólogo e investigador principal de DESCO. Su peregrinaje político corresponde a uno de los “clásicos” de la “izquierda tradicional”. Militante de Vanguardia Revolucionaria, el Partido Unificado Mariateguista, el Partido Mariateguista Revolucionario y finalmente del Partido Democrático Descentralista - Partido Socialista hasta el 2008, hoy día se siente un renegón de izquierda, nunca un renegado.


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