martes, 14 de diciembre de 2010

MIZQ 1. III. "Por la construcción de la izquierda peruana del siglo XXI" Benza, Manu

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La derecha peruana niega mayoritariamente la mínima posibilidad de existencia de la dicotomía izquierda-derecha. Utilizan muchos argumentos, pero en general sólo tratan de disfrazar y negar mediáticamente el asunto, inculcando un posicionamiento político en el electorado, con una ideología dominante favorable a ellos. Podemos mencionar viejas recetas, como: “la globalización convierte en anacronismo la clasificación entre izquierda y derecha”, “desde la caída del muro de Berlín no existe sino un modelo económico posible”, “nosotros somos el progreso, ellos son los que nos atrasan”, etc.

Existe una minoría (muy pequeñita) en la derecha peruana que acepta que debería haber una izquierda democrática. Esto se debe, desde mi punto de vista, a una vieja tradición política y cultural sumamente autoritaria que presupone consciente o inconscientemente, explícita o implícitamente, que algunos nacen para mandar y otros para obedecer. Es decir, tanto los “dominados” como los “dominantes” aceptan como natural, cotidiano y hasta necesario, que las relaciones de poder se den de la manera en la que se están dando. Es por eso que la población está en la espera de un caudillo. Esto se refleja no sólo en la política nacional, también se nota en los grupos de amigos, en el fútbol, en la familia, etc. Es la búsqueda del caudillo “salvador”. Esta cultura autoritaria y fascistoide fue acentuada por el fujimorismo y el actual gobierno de García. La derecha peruana nunca tuvo una clase dirigente y cultivada, sino, para nuestra desgracia, una clase dominante agresiva y rapaz, entregada totalmente al capital transnacional.

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El reciente proceso electoral por la Alcaldía de Lima puso en operación una despiadada campaña de falacias, mentiras, calumnias e insultos que intentaron quebrantar el ímpetu y el coraje de los que hicimos (cada uno como pudo) esta campaña. Canal N, el grupo del diario “El Comercio” -que maneja dicho canal-, y diarios como “Expreso”, “Trome” (diario “chicha” que tiene el mayor tiraje nacional) “Perú 21”, “Correo” y “La Razón”, diarios fascistas-fujimoristas, además de muchos tabloides nacidos en el gobierno de Fujimori y digitados por el Servicio de Inteligencia militar, se hicieron participes de esta feroz campaña. Hace veinte años que este tipo de prensa desinforma a la población con noticias sin relevancia, noticias de la farándula, accidentes mortales, violencia, fútbol, etc. Además, cuidadosamente ofertada de tal manera que sólo un sector de la población esté informado, buscando alienar y entretener a los sectores populares. Además, “el menú” de todos los días presenta cuidadosamente mezclada cierta información política y económica, destacando con lenguaje simplón los éxitos neoliberales y vinculando de cuando en cuando a la izquierda y a las luchas populares con el terrorismo. Sumémosle a esto la radioemisora Radio Programas del Perú (RPP), la más potente del país, y una red de radios locales que sólo repiten los contenidos de la gran prensa. La libertad de expresión se acabó con el Fujimorismo, lo que tenemos ahora es sólo una libertad de prensa, quien decide qué temas se tocan y bajo qué punto de vista. El neoliberalismo ortodoxo (Constitución de 1993) combinada con el autoritarismo político, administran a voluntad el país, favoreciendo a los poderes fácticos. Esto se ha dado en el gobierno de Fujimori, Toledo y García. Lo cual ha generado una profunda despolitización y desinformación. Este es el escenario en el que algunas izquierdas se juntaron para enfrentar a las derechas en las elecciones regionales y locales del pasado 3 de octubre.

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En el Perú existe una crisis de partidos políticos, es por eso que tenemos como resultado movimientos regionales (partidos empresa) victoriosos en la mayoría de regiones. Lo cual acentúa la lógica autoritaria, paternalista y gamonal. El pueblo sigue al empresario exitoso que se lanza a la política, con el discurso del progreso y la inversión privada como única solución a los problemas. Como las izquierdas no están organizadas en el ámbito nacional, al igual que muchos partidos, en las elecciones regionales y locales no se dio (el Perú tiene 25 regiones, 196 provincias y 1852 distritos) un debate ideológico. En algunos pocos casos las izquierdas participaron como movimientos locales y con un discurso vecinal para Presidentes de Región o Alcaldes Provinciales y Distritales. Únicamente en los comicios de la Provincia de Lima (que tiene 43 distritos), una coalición de izquierdas alrededor del Partido Descentralista Fuerza Social que lidera Susana Villarán -partido de centro izquierda donde militan socialdemócratas y liberales-, el Movimiento Tierra y Libertad (donde soy militante) que lidera el Padre Marco Arana -movimiento ecologista, de izquierda, libertario y antineoliberal-, Lima para Todos -coalición, a su vez, de comunistas de antigua línea moscovita, socialistas y pequeños grupos antineoliberales-, el Movimiento Nueva Izquierda (MNI) -marxista-leninista con lenguaje ortodoxo y anacrónico pero con trayectoria democrática y, para mi gusto, tan pragmático que puede oscilar hacia la opción electoral que más le convengan más allá de su predicamento ortodoxo (ojo: me he podido percatar del aire renovador en las nuevas generaciones, me gustaría que eso continúe, por el bien del MNI y su contribución a las reivindicaciones populares)-, así como el Partido Demócrata Cristiano -de centro-izquierda y antineoliberal-; apoyaron a Villarán, logrando un ajustado y difícil triunfo sobre las derechas. En esta coalición no estuvo el Partido Nacionalista de Ollanta Humala, que las derechas satanizan por su relación con Hugo Chávez. Humala no se define de izquierda pues plantea que “no hay izquierda ni derecha”, y se define por una “economía nacional de mercado”, que es lo mismo, en buen romance, al modelo actual. Es por eso que yo no consideraría a Humala en una futura coalición de las izquierdas, pero invitaría a toda la gente valiosísima que lo rodea, gente que se define abiertamente de izquierda. Yo los invitaría a dejar el oportunismo de lado (si es que es por eso que lo apoyan) y a construir una opción propia desde abajo y a la izquierda.

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La izquierda que el pueblo peruano parece estar construyendo y que, por lo demás, necesita, debe luchar por el cambio de Constitución (sobre todo de los artículos 58, 60, 62 y 63, que son los que constitucionalizan el neoliberalismo ortodoxo), integrarse y representar legítimamente a las minorías étnicas, sexuales y grupos vulnerables; luchar por un cambio radical en la democratización del Estado; la participación creciente de la población en los procesos de toma de decisión; por el cambio del Modelo de Acumulación Primario-Exportador y destructor de los ecosistemas; por la producción agropecuaria e industrial en armonía con el medio ambiente; la redistribución de la riqueza obtenida con el mayor crecimiento; y (desde mi punto de vista) iniciar un proyecto por una economía post-extractivista (dada la coyuntura medioambiental y climática de todo el mundo, causada por la visión utilitarista de la naturaleza). Los peligros de lograrlo no solamente están en la pertinaz oposición de las derechas sino en la desviación ideológica de Humala (que aparece para muchos como “la alternativa de cambio”) y en los propios errores que puedan cometer los partidos y fuerzas que apoyaron en Lima y en el país a quienes luchan conscientemente por un cambio que nos conduzca al BUEN VIVIR y no al simple crecimiento.

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Para mí ser de izquierda es una afirmación histórica, por la cual uno toma la decisión de ir en contra de las hegemonías, con una postura crítica con respecto a la economía-política y su dinámica (en nuestro caso ser antineoliberales, defensores del medio ambiente y estar en contra de cualquier tipo de discriminación). Una “izquierda moderna” puede ser confundida mediáticamente con una izquierda liberal o social-demócrata, abierta a la inversión privada, al mercado y la especulación financiera. Una “izquierda moderna” se le puede atribuir postulados como el de legalizar la marihuana, el aborto terapéutico y el matrimonio homosexual. Con lo que estoy de acuerdo. La discusión es: ¿los que no son liberales o social-demócratas no son una “izquierda moderna”?, ¿los que no estén de acuerdo con legalizar la marihuana, el aborto terapéutico o el matrimonio homosexual, no son “modernos”? En ese sentido, los que no estén de acuerdo… ¿son atrasados o NO-MODERNOS? Para mí la respuesta es NO. Yo creo que una “izquierda moderna”, si la queremos llamar así, no es una izquierda que tenga una sola opinión, todos estamos en el mismo momento histórico y podemos pensar distinto. La nueva izquierda o “izquierda moderna” es la que ha aprendido de los errores del pasado, es la que mira los intereses del Perú antes que los intereses partidarios, es la que incluye y no excluye, es la que suma y no resta (salvo en casos de oportunismo o corrupción), es la izquierda democrática para adentro y para afuera. Para mí eso sería una “izquierda moderna”, es la izquierda que no tiene miedo y no concilia con los grandes vende patria ni con los poderes fácticos.

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El proceso de confluencia de los partidos de izquierda y progresistas, ha sido un proceso que se abordó con muchas dudas, pero se abordó. No es imposible partir con un proyecto único. No se trata de revivir a la histórica Izquierda Unida, eso es parte de la historia, grata, pero ya pasó. Estamos frente a retos mayores ahora. El neoliberalismo se ha insertado en el seno del pueblo, cosa que no hace más que fortalecer la ideología dominante de los poderosos. Ollanta Humala se ha aprovechado de la cólera de los sectores populares y marginados del Perú, para monopolizar una “alternativa” al neoliberalismo, desde su perspectiva, que no necesito describirla. Ahora, más allá de la victoria o derrota en estas elecciones, es importante mantener esta alternativa que la propia izquierda ha creado sin Humala. Más allá de logros electorales, el construir organización popular es urgente en nuestro país. Se puede construir con trabajo de base, que estoy seguro, los compañeros y compañeras de las distintas organizaciones estaríamos dispuestos a asumir. Lo importante es mantener la confluencia y agrupar a más organizaciones sociales: indígenas, campesinos, obreros, movimientos sociales de lucha por soberanía socioambiental, etc. Susana Villarán se ha convertido en lideresa de un posible punto de quiebre histórico en la política de nuestro país. Debe tener en cuenta su responsabilidad histórica para con este pueblo. Muchos y muchas hemos asumido el reto de hacer la campaña, muchas veces por nuestra cuenta, sin aspirar a ningún cargo. Como en todas las agrupaciones hay tendencias, pero hay que poner por encima los intereses del Perú, antes que los intereses partidarios, sino NO HAY democracia. Esto no es autoritarismo, es liderazgo. El caudillismo o autoritarismo consiste en que la gente trabaje para el caudillo; el liderazgo es trabajar por el bien de tus compañeros y compañeras, y claro, por el proyecto iniciado por la construcción de una nueva izquierda renovada, democrática y con JÓVENES entregados a sus sueños. Estas nuevas generaciones no son sólo promesas, son realidades ya. Nos convertimos en los principales actores de la campaña, a través del internet y las redes sociales, donde miles de personas interactúan. Donde bombardeamos de información y opiniones en los distintos foros. Participamos de brigadas para hacer campaña. Nos comprometimos hasta los huesos y desde que Susana estaba en 5 % en las encuestas, nos abalanzamos a hablar en las cousters, micros, buses, taxis, plazas, mercados, exponiendo las propuestas y contrastando su candidatura con las otras. Hemos alcanzado hablarle a miles de personas de todo Lima. No cuento esto para nos feliciten, sino para que se den cuenta que hay gente comprometida con este proceso. Gente joven y esperanzada. Gente que cree en la unidad. Todos sabemos que en la izquierda no hay enemigos, sólo envidias personales, sectarismos y ansias de cargos. Por ello, el pueblo se quedó sin abogado más de 20 años. Invito a Susana a liderar este proceso histórico. No sólo para esta victoria electoral municipal, sino para un proyecto electoral nacional y de politización organizativa de la población. Qué pena que tendríamos 5 años más de neoliberalismo de los toledos, fujimoris o PPC, si es que perdemos el 2011. Lo importante es ser fuerza popular desde las organizaciones para generar contrapoder, para luchar contra los abusos de las transnacionales, organizadamente, durante el próximo periodo, y el 2016 derrotar a la derecha. Hay que tener conciencia de la historia. Espero los dirigentes lean este artículo de un humilde militante joven de Tierra y Libertad, que sueña, como Susana y muchas personas, con un Perú mejor. El pueblo nos necesita. Cuando el pueblo pide unidad, es necesario unirse. Si es que algunos todavía lo creemos, como retumbó en el mitin de cierre de campaña y en la plaza San Martín:

¡LA IZQUIERDA UNIDA, JAMÁS SERÁ VENCIDA!
¡EL PUEBLO UNIDO, JAMÁS SERA VENCIDO!

Manu Benza
Estudiante de Filosofía por la Universidad Antonio Ruiz de Montoya. Militante de la comisión de formación del Movimiento Tierra y Libertad manu.benza@gmail.com

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